Las protagonistas de la historia son Anna Cabrera y Vanessa Murphy. Las dos emprendedoras se conocieron cuando trabajaban en la apertura de un hotel, en lo que ellas mismas definen como un “amor a primera vista” del que surgió la necesidad de crear algo juntas.
“Llamarlo Las Tapas de Lola se decide porque es un nombre muy familiar y que los irlandeses pueden pronunciar fácilmente. Queríamos crear la familiaridad de que alguien diga “we are going to lola’s tonight”, que suena como a ir a casa de tu amiga o tu abuela. En la familia hay tres Lolas: mi tía de Barcelona -la del bar donde aprendí a poner mis primeros cubatas y tiré mis primeras cañas-, mi bisabuela y la madre de Vanessa, que es conocida como Lola”, cuenta Anna Cabrera.
Pero, a pesar de su nombre y de nacer con el espíritu de un bar de tapas, Las Tapas de Lola no es tanto eso como un restaurante en el que el cliente se sienta a cenar. En Irlanda, cuentan las fundadoras, no existe una cultura del tapeo como en España, la gente no está acostumbrada a comer de pie y moverse de un bar a otro. Lo más parecido es lo que se conoce como “pub crawl”, aunque en la Isla Esmeralda se trata de un (aproximadamente) ir de Guinness. O sea, de cervezas. Aún así, “los irlandeses tienen una gran pasión y apreciación por casi todo lo que viene de España. Una gran cantidad de la población ha viajado o viaja regularmente o incluso tienen casas en España desde los años 70, por eso se ven, en cierta manera, ligados a la cultura y gastronomía Española”.
Año y medio de éxito
Las Tapas de Lola abrió sus puertas en abril de 2013 disfrutando de éxito y aceptación desde casi el primer día, dicen las empresarias. “Vanessa y yo siempre hemos dicho que lo que queríamos era hacer feliz a la gente y una de las únicas maneras que sabemos hacerlo es a través de la boca, con la comida que va al estómago y le manda una señal al cerebro de felicidad. Ver a tus clientes con esa cara de felicidad es algo que nos da una satisfacción enorme”, dice Anna Cabrera.
En la actualidad, la mayoría de los clientes de Las Tapas de Lola son irlandeses, de Dublín o no, o extranjeros viviendo en la ciudad. “Nos ha sorprendido la cantidad de extranjeros residentes en Dublín que viene a cenar: italianos, franceses, portugueses, brasileros, chinos y, por supuesto, españoles. No estamos ubicados en las rutas turísticas de Dublín, por lo tanto, la mayoría de turistas que vienen, lo hacen recomendados por diferentes hoteles, por ejemplo”. La relación calidad-precio (el ticket medio es de 25 euros) o la variedad de producto constituyen también un aliciente a la hora de servir de reclamo a la clientela. La carta está compuesta de más de cincuenta tapas que también son una “manera de probar el mercado, ver lo que le gusta más a la gente. En la carta se incluyen tapas típicas como los calamares o ensaladilla rusa, hasta un paseo por diferentes partes de España, desde la Bomba de la Barceloneta, mollejas al jerez, berenjenas fritas con miel de cana o arroz negro, aparte de las sugerencias diarias. Tenemos mucha suerte de tener un proveedor español aquí en Dublin que nos trae la mayoría del producto desde España, aunque en líneas generales, aún estando tan cerca de España (a solo dos horas de avión) es muy difícil encontrar lo que buscas; incluso los cortes de la carne son diferentes y eso por no hablar del problema de encontrar proveedores que te consigan licores como Pacharán, orujo o incluso coñac o Anís del Mono”.
El problema del personal
Anna Cabrera reconoce que en Las Tapas de Lola prefieren emplear a españoles, especialmente en la cocina, porque “entienden la comida española, los sabores, la cara de cada tapa..” y prácticamente lo mismo sucede en la sala, porque, cuando el camarero entiende el menú que se está sirviendo, puede explicarlo y ‘contar’ historias de todas las tapas al cliente. Pero, a pesar de lo que pueda parecer, esto no es sencillo.
“Hay desventajas al contratar personal de España, porque algunos españoles sólo están aquí para aprender inglés. Cuando dicen esto en la entrevista, les contestamos que nuestro restaurante no es el mejor lugar para ellos porque aquí hablamos español la mayor parte del tiempo”, admite Anna Cabrera que, añade que “lo más habitual en hostelería es tener una rotación de personal. Especialmente en Irlanda. La mayoría de los camareros están aquí para aprender inglés y después volver a su país a trabajar en su carrera; o están ahorrando dinero para viajar. No hay cultura de hacer carrera en la hostelería; es más un paso para llegar a otra cosa. La mayoría de los cocineros irlandeses y camareros irlandeses se fueron de Irlanda durante los años de la crisis a Canadá y Australia”.
Pero, a pesar de esto, la restauradora asegura que “Dublin es una ciudad maravillosa. Durante los años de la crisis han cerrado muchos bares y restaurantes en Irlanda, pero en los dos últimos años se ha producido un movimiento muy positivo en el mercado. Es muy sencillo para los irlandeses, solo buscan calidad a un buen precio y pasárselo bien”.
Bajo estas premisas, al hablar del futuro, parece lógico pensar que Las Tapas de Lola podría no quedarse en ese único establecimiento, sino que el espíritu emprendedor de sus fundadoras podría ir más allá. “Nos gustaría abrir otro Las Tapas De Lola, pero no en Dublín. En Dublín, Las Tapas de Lola tiene su personalidad y preferimos que se quede así. Pero tenemos muchas ideas para abrir otros locales aquí –también conceptos españoles- pero, de momento, no otro Las Tapas de Lola”. JAna I. García