Un ejemplo es el de la localidad francesa de Louviers, donde el restaurante Fujiyama de «eat all you can», penaliza con 5 euros al comensal que deja comida en el plato.
En las antípodas, en cambio, los restaurantes australianos priman con descuentos a quien se lo come todo.
Más razonable es lo que un restaurante danés hace cada martes: cocina con lo que no ha salido de la nevera y los beneficios que obtiene, por su consumo, lo destina a acciones humanitarias en África.